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Restaurantes de Girona (I)

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Por si me hacéis caso y vais a Girona, os traigo un listado de los restaurantes en los que estuvimos y que, relación calidad-precio son a mi parecer muy buenos. O será que en Madrid estamos tan acostumbrados que nos sableen que nos llama la atención. Para entendernos: baratos, baratos no son pero tampoco tan caros y estaba todo buenísimo.

Algunas fotos son un poco churro porque la iluminación a veces es más bien oscurita. Eso cuando me acuerdo de hacer las fotos, que la mayoría de las veces atacamos los platos y al rato nos damos cuenta. Qué poco fuste!
Como acaban de darle un premio, llamé a El Celler de Can Roca con antelación, porque pensé que por una vez tampoco pasaba nada si nos gastábamos un pastón en cenar, aunque ya sé que es el tres estrellas Michelin más barato pero aún así, mi economía está maltrecha últimamente. Lo tenían todo reservado para los próximos 11 meses, ilusa de mí. Así que lo que nos íbamos a gastar en una sola cena nos lo fundimos en varias.

El restaurante al que fuimos primero es "Plaça del Ví, 7" que está en esa dirección, genial así no hay que pensar mucho, no? Fuimos dos veces, porque nos gustó, no había que reservar (por lo menos entre semana) y sobre todo porque se puede picar varios platos y compartir y cuando no se tiene tanta hambre, está bien. Probamos casi toda la carta (no es muy larga), lo que más nos gustó fue el canelón de confit de pato, la ensalada de codorniz escabechada, el surtido de embutidos, el carpaccio de lengua y las gambas salteadas. Lo que menos gracia me hizo (sin estar mal, es que no acerté) fue el parmentier de butifarra. El servicio atento, nos recomendaros otros restaurantes por la zona, el Nu, el Cal Ros (que estaba cerrado por vacaciones) y L'Alquería. Estas son las fotos churro de las que hablaba, no sé porque no tengo más y mejores fotos, se ve que estaba todo muy rico.
Paseando después de cenar vimos un restaurante curioso, Arros i Peix, así que reservamos para el día siguiente de una. Es un restaurante donde tienen el género expuesto tal cual en crudo, como si fuera un puesto del mercado. Elijes y te lo hacen al momento. Una familia rusa a nuestro lado se había pedido unos percebes pero no sabían cómo atacarlos, así que les dijimos cómo se comían. Es lo que tiene ser ruso.
 
Pedimos unas ostras y unas nécoras y luego un arroz con bogavante. Todo muy bueno. Tentada estuve de pedir unas espardeñas, que nunca las he probado, pero es que me dan un poco de nosequé. Son los pepinos de mar del Mediterráneo, antes sólo los conocían los pescadores y se hacían arroces con ellos. En los años ochenta la costa de Ecuador estaba llena de barcos de pesca japoneses y entre otras cosas los pescaban para llevárselos, ya que en Japón estaban muy cotizados y allí nada. Hasta que se pongan de moda, como aquí.
 
El siguiente restaurante que visitamos fue Occi, éste es pequeño, así que hay que reservar sí o sí. Aquí ya tengo mejores fotos, menos mal. Nos dieron un aperitivo de navaja sobre yogurt con salsa de frutos del bosque, compartimos un carpaccio de gambas de Palamós con ensalada de foie y luego un canalón de pato confitado y manzana al Oporto para mí y bitoc de potro con cebolla caramelizada y chips de tubérculos para E. Estaba todo genial, nos encantó.
Al día siguiente fuimos a L'Escala, recorrimos el pueblo, y por el paseo que lleva las ruinas de Empúries  llegamos andando al pequeño pueblecito de Sant Martí d'Empúries. Comimos en Can Roura, que es una antigua masía y tienda que se ha reconvertido en restaurante y también alquilan estudios. No recuerdo muy bien qué comimos pero el camarero era muy atento. Estaba todo hasta la bandera y suerte tuvimos que nos dieran de comer!
Después nos fuimos al museo de la anchoa de L'Escala.
 
Vimos cómo es el proceso, cómo se hacía antiguamente y toda la historia de la industria. La diferencia de las anchoas de aquí con otras (por ejemplo las cantábricas) es que aquí las envasan enteras en sal y luego para comerlas hay que lavar la sal y lo que tengan de espina y ponerlas con un chorrito de aceite sobre un pan con tomate por ejemplo.  Después compramos unos frascos porque nos dijo la recepcionista que en el pueblo al ser domingo todo iba a estar cerrado. Já. Mejor comprarlas en el pueblo que hay mucha más variedad y más rotación de producto.
 
Y para despedirnos de L'Escala nos vimos el pueblo y nos tomamos una copa de cava y una tapa de anchoas.
 


Restaurantes de Girona (II)

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Como en uno de los restaurantes de la entrada anterior nos habían hablado bien de L'Alquería, reservamos y allí que nos fuimos. Muy bonito, con un patio interior chulo. Nos recibieron muy bien con un vermut y unos chips y un aceite de oliva con pan para ir entreteniéndonos mientras nos traían la comida.
Primero compartimos un foie con unas tostadas de granos riquísimas y después un arroz con rape, cigalas y boletus, de postre una mousse a medias. Muy bien todo, no había mucha gente porque en verano los gerundenses se van el fin de semana a la playa, que está al lado y se vacía un poco la ciudad.
 
Al día siguiente nos fuimos hacia el interior, vimos dos pueblos románicos muy bonitos: Besalú y Santa Pau. Parecen de cuento, tan colocaditos, tan monos.
En Besalú pudimos ver un pequeño museo del embutido y comprar algunos embutidos artesanales. Fuet normal, fuet picante, una butifarra blanca normal y una butifarra negra con pistachos que no había visto nunca.
Seguimos camino hasta Olot, en la comarca volcánica de La Garrotxa, donde probamos las patatas de Olot, especialidad local. Son muy ricas y una vacaburrada. Cualquier día las hago aquí en el blog porque me encantaron. Son patatas fritas, rellenas de butifarra y rebozadas. Ahí es nada. El aporte extra de calorías me vino muy bien porque luego me hicieron subir a un volcán...andando!
 
De vuelta a Girona, fuimos al restaurante  Mon Oncle, sí, como la película de Jaques Tatí. Está en la C/Mercaders, 13 (tel. 972206314). Por fuera parecía otro café más con terraza y aire alternativo, pero me sorprendió la calidad de la cocina, estaba todo bueno. A mí, que no soy muy croquetera, me encantaron sus croquetas de virutas de jamón, estupendas. También probamos el hummus, un foie con cebolla caramelizada y tostadas y unos makis vegetarianos. Tienen una decoración simpática y el servicio es atento.
Al día siguiente nos fuimos a el cabo de Creus y Cadaqués. El cabo es impresionante, y en el mismo puerto del pueblo de Cadaqués el agua está no ya limpia, sino transparente, precioso.
 
Nosotros al lío: comimos en Cadaqués en un restaurante que se llama Es Balconet, que está un poco escondido y que nos recomendaron en la oficina de turismo, una arroz con marisco, que no estaba mal pero a mi gusto, mejorable. El servicio cumple y poco más. A veces nos trabajamos las reservas, la búsqueda de locales, los comentarios, etc. y otras veces vamos un poco a matacaballo y nos metemos en el primer sitio que nos dicen o que vemos y nos llama la atención. Así te llevas unas sorpresas muy agradables o  como en este caso, pues ni fú ni fá.

Por la noche, a la vuelta a Girona, nos fuimos a cenar al restaurante Nu, otra recomendación de la camarera del Plaça del Ví 7, que se lució, gracias!. Como no habíamos reservado, nos colocaron en la barra. A mí me resultaba un poco incómodo porque para hablar con quien vayas tienes que estar todo el rato con la cabeza girada o hablar hacia el frente y que el camarero piense que estás loca, así, hablando al aire. Pero al rato te acostumbras. Y como entró Jordi Roca, (el pastelero de El Celler de Can Roca y de mi heladería favorita en Girona, Rocambolesc) y también le plantaron en la barra...pues, ¡ya me parecía todo mejor!
 
Del Nu todo me gustó, los buñuelos, la ensalada de foie con moras, los raviolis de butifarra negra con crema de calabaza, el bacalao con crema de idiazábal, el xuxo con crema de anís estrellado, las oreo...
estaba todo delicioso. El camarero era agradable y como le teníamos en la barra, pues rápido y todo. Así como a E. le gustó más el Occi, a mi me gustó más Nu, aunque no sea muy cómodo.
 
Otro día nos fuimos al Baix Ampordá, la parte de Begur, Aiguablava y Palamós. El pueblo de Begur tiene unas casonas de indianos del siglo pasado muy bonitas, todas con su palmerita, como manda la tradición.
 
De Aiguablava ¡qué voy a decir! Que es precioso, que viví allí unos años de pequeña y que me despertaba con estas vistas a diario. Un paisaje así de bonito alimenta el espíritu y eso que ahora está muchísimo más urbanizado que en los años sesenta. Estando en el Parador se desató un tormentón y nos tuvimos que quedar hasta que amainó porque no había quien saliera de allí.
De ahí nos fuimos a Palamós para intentar comer en el restaurante Candela (Av. 11 de setembre, 77. Tel. 972315999), está en el paseo marítimo, nos habían hablado bien de él, pero con tan mala suerte que el día que fuimos cerraba a mediodía y solo abría por la noche, otra vez será...
 

De vuelta a Girona nos encontramos este comercio tradicional, Colmado Moriscot (C/Ciutadans, 4), un ultramarinos de toda la vida, que entre sus productos tiene algunas curiosidades como el licor de coca, de ratones, de cannabis. Y no, no compré nada, de verdad.
 
Ya en Girona, desayunamos algunas veces en la Plaza de la Independencia, en una terraza muy simpática. Dejaron de ser simpáticos el tercer día, cuando por ser fin de semana en vez de cobrar el desayuno a 2 ó 3 euros por persona, nos metieron un clavazo del triple, tomando lo mismo: 2  cafés con leche  y dos tostadas. No me pareció bien y no volvimos, y desde aquí aviso, por si acaso a alguien le sirve el dato, pero como les tomé manía no me acuerdo del nombre.
 
Así que a partir de entonces desayunábamos en Casa Moner, una panadería artesanal con pastelería, bocadillos y una barra al fondo. Me llamó la atención que si pides un té con leche, la leche te la cobran aparte (0,20€), no lo había visto nunca y la verdad, qué fuerte, no? Pero parece ser una costumbre local porque en otros bares también me pasó.
La  cerveza local se llama Moska y tienen normal y tostada, la tostada me gustó más, si vais probadla que es buena. Se llama así porque en Girona hay una leyenda que dice que cuando los franceses entraron a saquear la ciudad, profanaron el cuerpo de San Narcís rompiéndole el brazo y de ahí empezaron a salir miles de moscas que atacaron a los soldados franceses, muriendo en el acto todo aquel al que picaban. Para qué queremos drones los de Girona, si tenemos moscas...
  
Y hasta aquí llegamos en nuestro viaje por Girona y su provincia, nos ha gustado mucho, está un poco lejos pero merece la pena. 

Arepas con carne mechada y chorizos estilo latino

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Mi amigo Furia, de Productos Furia S.L. (+34 914087752) me ha hecho llegar unas muestras de sus productos estrella, las arepas frescas y los chorizos santarrosanos. Aquí en España, tradicionalmente, es chorizo si lleva pimentón y ajo y si no lo lleva y no está curado, como estos chorizos santarrosanos al estilo latino, se les llama salchichas frescas. Los venden en comercios latinos, por ejemplo en "La Boutique de la Patata" del Mercado de Maravillas o en "Tienda Latina" que tiene varias sucursales C/Seseña 89, (Metro Campamento), C/ Müller36, (Metro Valdeacederas) y C/Marcelo Usera 1, (Metro Usera). Si no te van bien, dímelo y averiguo cuál es más cercana.
 
 
Hice dos clases de guiso, uno de carne mechada (deshilachada) y otro con los chorizos destripados. Primero no los iba a destripar pero luego me pareció más cómodo a la hora de acompañar las arepas. Las arepas son a Latinoamérica como los bocadillos a España, se rellenan de lo que tengas a mano y admiten cualquier variación que se te ocurra. Estas son de maíz blanco, pero también hay arepas de yuca, de chócolo (que es el maíz dulce y que en Venezuela se llaman cachapas), las hay rellenas de queso que las venden ya listas para la parrilla, las hay abiertas para que el guiso en vez de ponerlo encima como hago yo aquí se meta dentro y queda como un pan de pita o kebab.
 
Estas arepas vienen ya hechas sólo hay que calentarlas en el último momento, o bien en una parrilla o bien en el horno hasta que se tuesten ligeramente. Las cantidades son para 3/4 personas, serví dos por persona, una de cada guiso.
 
Ingredientes para el guiso de carne mechada
1/2 kg. de carne de aguja
1 trozo de puerro (se puede usar lo verde del puerro)
1 rama de apio
1 manojito de perejil
1 zanahoria cocida
1/2 pimiento rojo grande o uno pequeño
1 cebolla
2 dientes de ajo
1 taza del caldo que sale de hervir la carne
1 chorrito de salsa Worcestershire inglesa (Ranchero o Lea & Perrins)
sal y aceite para freir
 
Lo primero es cocer la carne. la aguja es un corte de la vaca que se deshilacha con facilidad una vez cocido. Otros cortes que se podrían utilizar son: morcillo, aleta, falda...pero en caso de duda preguntad a vuestro carnicero por un corte que al hervir se abra en hilos.
La carne se cuece en una olla amplia con puerro, apio y perejil, pero también admitiría nabo, cebolla, ajo... Esta carne ha de quedar muy tierna por lo que o cerráis la olla y que se haga rápido o lo dejáis durante mucho tiempo. Yo lo dejé dos horas y media sin válvula de olla exprés, me imagino que con la válvula en una hora estará tierno.
 
Una vez cocida la carne, desechad las verduras y reservad el caldo. Si es mucho caldo, se congela lo que sobre (una vez a temperatura ambiente) y otro día os sirve de base para una sopa o un puré. Lo siguiente es deshilachar la carne y lavar, pelar y picar todos los demás ingredientes. Se reserva.
 
Una vez tenemos la carne mechada y los demás ingredientes picados (cebolla, ajo, zanahoria, pimiento rojo), empezamos a rehogarlos. Primero en una sartén se calientan tres cucharadas de aceite y se pocha la cebolla, cuando está transparente se añade el pimiento rojo. Cuando el pimiento rojo se ablanda ligeramente, se añade el ajo y la zanahoria cocida. Ahora se añade la carne deshilachada y se da unas vueltas con los demás ingredientes. Se añade el tomate frito y una taza de caldo. Se añade un chorro de salsa inglesa y se sala y se deja que siga cociendo a fuego medio-bajo hasta que se evapore el caldo y los sabores se integren. Se reserva al calor mientras hacemos el otro guiso.
 
Ingredientes para los chorizos
4 chorizos santarrosanos Furia
1 taza de queso rallado
 
 
En una sartén se sofríen a fuego lento los chorizos sin nada de aceite porque sueltan grasita. Una vez que se han tostado por todos los lados, se corta la tripa longitudinalmente y se saca el relleno. Se sofríen a fuego medio hasta que se ve que la carne está hecha. Se añade un poco de salsa de tomate frito y una taza de queso rallado y que se funda. Se reservan al calor mientras se calientan las arepas.
 
Las arepas se calientan en la parrilla del horno, a 200º hasta que se tuestan un poco y se les da la vuelta. Se sacan y se les pone el guiso por encima. Se acompañan de algo fresco como una ensalada y si gusta el picante, un poco de ají.
 

 

Cebollitas y limones en conserva

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En realidad esta entrada son dos recetas, limones encurtidos en sal al estilo marroquí y cebollitas encurtidas. Se pueden usar juntas o separadas, con un ave o un pescado al horno ambas casan perfectamente.
 

Ingredientes de cebollitas en conserva
1 malla de kilo de cebollitas francesas o chalotas o cebollas pequeñitas
2 vasos de vinagre de manzana (el de vino es más fuerte, pero al gusto)
2  hojas de laurel
2 cucharaditas de pimienta en grano de colores surtidos
1 cucharadita de pimienta de olor o de Jamaica (allspice)
2 guindillas secas o ají seco

Salen dos botes de 1/2 kg. cada uno. No tiene ningún misterio, se escaldan las cebollitas durante un par de minutos para facilitar el pelado. Se pelan, se deshecha todas las raíces o partes duras que queden hasta que estén perfectamente limpias. Se esterilizan los frascos y sus tapas (20 minutos en agua hirviendo que los cubra).


Se rellenan los frascos con las cebollitas limpias. En un cazo se calienta el vinagre con las especias, cuando esté caliente se echa por encima de las cebollitas, procurando que en ambos frascos haya la mitad de las especias aproximadamente. Se llenan hasta un centímetro antes del borde, si falta puedes añadir un poquito de agua. Se tapan, se colocan en una olla exprés, se cierra y se cuenta media hora desde que empieza a salir vapor por la válvula. Se deja enfriar antes de abrir la olla, se dejan enfriar los botes. Es muy importante etiquetarlos bien, con los ingredientes y la fecha. Se guardan en un lugar seco y fresco. Duran dos años en la alacena. Una vez abiertos los botes se guardan en la nevera y duran cuatro o cinco días (si no caen antes).

Como las conservas que no son de fruta o tomate y las que no tienen un grado de acidez alto pueden provocar botulismo, hay que tener cuidado con la esterilización. En este caso el medio es bastante ácido por el vinagre, pero aún así, estas conservas y estos tiempos son para mi olla y mis frascos, usa estas recetas bajo tu responsabilidad.

Ingredientes de limones en conserva

2 kg limones
1 kg. de sal gorda
especias al gusto:
1 cucharadita de semillas de cilantro
1 cucharadita de pimienta de colores surtidos
1 cucharadita de clavo de olor
ají al gusto

Lo primero como en el caso anterior es esterilizar los frascos y las tapas durante 20 minutos y reservarlos. Después se lavan los limones y se les cortan los dos extremos, de tal manera que se puedan poner parados. Ahora se hace un corte hasta la mitad del limón y se le da la vuelta, se hace otro corte hasta la otra mitad. Esto es para que les entre más sal. En las fotografías se ve claramente.


Ahora se pone una capa de sal gorda, una capa de limones, una capa de sal, unas poquitas especias, una de limón, una de sal... y así hasta arriba del frasco. Cuando esté lleno, le tenemos que poner un peso para que apriete. Yo lo hice así, con un film y unas latas que encajaran en la boca del frasco:


Después de unas horas, se añade más sal porque el nivel baja. Ya se pueden cerrar, esto no hace falta esterilizarlo porque como el limón es fruta y además es muy ácido, no hay riesgo de botulismo. Al cabo de unos días ya se puede comer. Una vez abierto el frasco, se lavan las cortezas de limón, hay quien come la corteza y la pulpa. A mí solo me gusta la corteza que con el encurtido queda más blanda y muy rica, saladita. Salieron dos frascos grandes y uno pequeño.

Conejo guisado a la cazadora

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El conejo a la cazadora supongo que se haría cuando se cazaba un conejo, yo lo hago en cualquier momento porque en el mercado siempre hay. Te los dan pelados y eviscerados y éste, como era para guisar, lo pedí en trozos grandes.

Ingredientes
1 conejo en trozos
3 zanahorias
1 pimiento verde
1 pimiento rojo
1 cebolla
1 trozo de puerro
2 dientes de ajo
2 hojas de laurel
1 cucharada de romero
1 cucharada de tomillo
1 vaso pequeño de coñac (si no tienes un chorrito de vinagre)
1/2 l. de caldo (o en su defecto agua)
El hígado del propio conejo
1 taza de harina
Aceite para freír
sal y pimienta al gusto

Lo primero es salpimentar y enharinar el conejo. Se va friendo por tandas en el aceite bien caliente, de tal manera que quede dorado por fuera aunque no esté hecho del todo por dentro. Cuando ya está todo el conejo, lo reservamos y en ese mismo aceite freímos el hígado, bien tostado. Se reserva aparte. Si era demasiado aceite, retiramos un poco, que queden tres o cuatro cucharadas sólo. Ahí se fríe la cebolla picada y el puerro.
 

Cuando estén transparentes, se añaden los dos tipos de pimiento y se dejan hasta que se ablanden un poco, luego se añaden las zanahorias y se rehoga bien. Una vez todo se ha mezclado, se rectifica de sal y pimienta, se echa el laurel, el tomillo y el romero, se añade el coñac y se deja evaporar unos diez minutos.
 
Mientras, en la batidora, mezclamos una taza de caldo con el hígado frito y esa mezcla se añade al guiso. El caldo debe cubrir casi todo, como en la foto.
 
Se deja que se vaya guisando poco a poco, a baja temperatura, hasta que la salsa espese y el conejo esté hecho. Si hay demasiada salsa, se saca el conejo para que no se queme, se sube el fuego y se deja que se reduzca la salsa.
Este plato se puede comer con yuca frita, con cuscús, con tagliatelle, con arepas o pan o con cualquier cosa que nos permita empapar la salsa, que está estupenda. Se puede decorar con un poco de romero por encima.
 

Pimientos rellenos de trigo mote y setas

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En Chile, cuando se dice "mote" por defecto, se refiere al trigo mote, es decir al grano de trigo hervido y pelado. Con él se hace un dulce llamado trigo mote con huesillos que está bien rico. En Perú y en Ecuador, cuando se dice "mote" se refiere al maíz mote blanco y seco, que al igual que el trigo mote, se deja en agua y se hierve hasta que revienta.
 
En cualquier caso, se encuentra fácilmente este trigo mote o trigo pelado en los herbolarios o en las tiendas latinas o de alimentación internacional.

Ingredientes

1 tazón de trigo mote
4 pimientos rojos de tipo lamuyo, cuadrados
300 gr de setas de cardo
2 tomates deshidratados
1 cebolla picada
2 dientes de ajo picados
cilantro o perejil al gusto
Aceite para freír las setas

El día anterior dejamos el trigo mote en remojo toda la noche. Al día siguiente lo hervimos en una cacerola con agua y sal, hasta que esté tierno pero no baboso. Reservamos.

Lavamos, pelamos y picamos la cebolla, el ajo y las setas. En una sartén con tres cucharadas de aceite, rehogamos todo hasta que las setas estén y le añadimos el perejil o cilantro picado. Se añade el tomate deshidratado cortado en trocitos.

Se junta el trigo mote con las setas y se deja enfriar un poco. Mientras tanto lavamos y descorazonamos los cuatro pimientos, retirando la parte de arriba para poderlos rellenar bien. Los rellenamos uno a uno y los dejamos parados en una fuente de horno.
 
Se meten en el horno a 180º hasta que los pimientos estén hechos, unos 40 minutos. Son buenos para dejar marcados de un día para otro y darles sólo el golpe de horno final o se pueden hacer un día y comer al día siguiente recalentándolos, porque ganan.
 
 

Tortilla de calabacín

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La tortilla típica es la de patatas (o en Ecuador,  torta de papas), tan típica es, que a veces se le dice tortilla española. Esta sin embargo no es de papas sino de calabacín, que ahora están los huertos hasta arriba de calabacines y hay que irles dando salida. Para el que no haya hecho una tortilla de este tipo nunca, lo único un poco peliagudo es darle la vuelta, pero una vez que se ha hecho una vez, ya no hay misterio. Lo más importante es tener un plato del mismo diámetro o un poquito más grande que la sartén para que no se caiga nada por los bordes. Hay unas tapas específicas para esto, se compran en las ferreterías y parece que son muy útiles, pero yo no tengo y con un plato me avío.

Ingredientes
2 calabacines
1 cebolla
5 huevos
3/4 l. de aceite (no se gasta tanto)
sal al gusto

Esta tortilla la hago de dos maneras, según me da. Unas veces frío los calabacines en aceite abundante como su de la tortilla de papas se tratara. Y otras veces, este paso lo hago al horno, que siempre es menos aceitoso y engorda menos. Si lo quieres hacer ligero, en una bandeja de horno pones los calabacines pelados y partidos en rodajas, junto con una cebolla o cebolleta y le pones por encima un hilillo de aceite y sal. Al horno a 180º hasta que veas que está tierno.

Así sería al horno, pero a veces prefiero hacerla de forma tradicional. Se pela el calabacín y se parte longitudinalmente y después se corta en rodajas, también se corta la cebolla. En una sartén grande se pone bastante aceite (luego ese aceite se puede reutilizar porque sale muy limpio) y cuando está caliente se fríen los calabacines y la cebolla a fuego medio-bajo para que se haga poco a poco.

Mientras tanto se baten en un bol grande cinco huevos. Cuando ya se ha frito el calabacín, se escurre muy bien. Para que no quede grasiento, después de escurrirlo yo lo pongo en un colador para que siga soltando algo de aceite. Ahora se junta con el huevo, se sala y se deja un ratito para que el calabacín absorba un poco el huevo y así quedará más esponjosa.
Se vacía la sartén de todo el aceite (y se guarda) y se deja un poco de aceite "pintando" el fondo de la sartén. No hay que poner mucho porque sino quedará grasienta, pero tampoco poco porque se puede pegar al fondo.
 
Ahora el lío, se pone la sartén al máximo y cuando empiece a humear, se echa la mezcla y se baja el fuego al mínimo. Se va retirando de los bordes de la sartén con una espátula de madera para que vaya tomando forma redonda.

Como el fuego está al mínimo se va a ir cuajando poco a poco, se le dan unos meneítos a la sartén para comprobar que no se estuviera pegando el fondo. Cuando ya vemos que está cuajando, es decir que no hay tanto huevo líquido, se toma el plato y se coloca encima de la tortilla y con un movimiento decidido le damos la vuelta a la sartén hasta que la tortilla esté en el plato e inmediatamente la volvemos a colocar en la sartén por el otro lado y le vamos dando con la espátula por los bordes para que tome forma redondeada.

Como el fuego está bajo, le seguimos dando unos meneítos a la sartén para que no se pegue y cuando veamos (levantando un poquito con la espátula) que tiene un bonito color dorado, la volvemos a dar la vuelta con el plato pero ya para sacarla del todo.

La tortilla de patatas se puede comer tanto caliente, como templada e incluso fría, pero esta de calabacín yo la prefiero sólo caliente. Admite algún resto de verdura que haya por casa, yo a veces la he completado con guisantes, brócoli, judías verdes, pimiento verde o rojo...

Se acompaña de ensalada, por ejemplo de brotes tiernos y frutos secos y como no, de ají!

Kétchup casero

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En mi casa, lo confieso, nos gusta el kétchup. No como a esa gente que se lo echa absolutamente a todo (que les invitas a una merluza y van y le echan kétchup y tu les matabas), pero con patatas fritas y/o hamburguesas, sí que nos gusta. Como estamos en plan DIY, me he animado a hacerlo, bueno y también porque tengo muchos tomates del minihuerto y tengo que darles salida como sea!


Ingredientes (salen dos botes pequeños)

1.5 kg tomates maduros
2 o 3 cebollas
1 vaso de vinagre de manzana
2 cucharadas de panela molida
1 palo de canela
1 hoja de laurel
1 ajo
1 cucharada de pimienta olor/de Jamaica/allspice
1 cucharada de pimientas variadas en grano
1 cucharada de semillas de cilantro
1 cucharada de mostaza en polvo
1 cucharada de clavos
Aceite para freír y sal al gusto

Se pelan y se pican las cebollas y se ponen a rehogar en una sartén con tres o cuatro cucharadas de aceite y una pizca de sal, se pochan hasta que la cebolla caramelice y tome color dorado. Que no se llegue a quemar pero por poco.


Mientras, lavamos y descorazonamos los tomates y los partimos en cuatro trozos cada uno. Se lo añadimos a la cebolla caramelizada, se echa otra pizca de sal y dos cucharadas soperas de panela molida.
En una muselina colocamos todas las especias y hacemos un atadillo, que atamos con un cordel al mango de la sartén para que no se nos "pierda". Añadimos el vinagre y bajamos el fuego.
Se deja consumiendo hasta que tenga una consistencia espesa y al meter una cuchara de madera y moverla podamos ver el fondo. Se pasa por el pasapurés (no por la batidora que se queda muy clarito) y se embota. Como se reduce tanto sólo han salido dos botes pequeños así que no lo he esterilizado, uno directo a la nevera para comérselo esta misma semana y el otro al congelador.




Empanadas de queso y hongos

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En Ecuador a las setas y champiñones se les llama hongos, así que la traducción sería empanadillas de queso y champiñón. Esta receta la hice hace tiempo lo que pasa es que por esas casualidades de la blogosfera justo otra bloguera ecuatoriana (Laylita, que me gusta mucho y hace unas fotos estupendas), las hizo a la vez. Así que me he esperado un poquito para sacarla y que no nos repitamos.
 
La masa que hago es la misma prácticamente para todo y le voy poniendo pequeñas variaciones según sea para pizza o para empanada o lo que sea. Por ejemplo a veces en el aceite pongo achiote, o a la masa le añado semillas de sésamo o una pizca de orégano seco por ejemplo y queda curioso.

Ingredientes para la masa
300 gr. de harina
1 sobre de royal
1 cucharadita de sal
3 cucharadas soperas de aceite de oliva
100 ml. de agua tibia

1 huevo batido para pintarlas

Se mezcla la harina, la levadura royal y la sal. Se añade el agua y el aceite. Se amasa bien, como no tengo amasadora, directamente con las manos, como si estuviera jugando con el barro.

Se tapa con un paño limpio y se deja reposar una media hora para que leve un poco en un lugar templado y tranquilo (como un armarito de la cocina). Mientras esto leva, vamos haciendo el relleno.

Ingredientes para el relleno
500 gr. de champiñones o cualquier otra seta/hongo
150 gr. de queso rallado que funda bien
2 dientes de ajo muy pìcados
2 cucharadas de cilantro picado

Se lavan y cortan los champiñones. En una sartén se ponen tres o cuatro cucharadas de aceite y se rehogan los champiñones, se añaden los ajos, el cilantro y una pizca de sal. Se dejan rehogar hasta que están listos. Se reservan.
Se estira la masa con un rodillo hasta que queda finita y con un cortapastas o en su defecto un vaso de boca ancha, se van cortando redondeles y rellenándolos con un poco de queso y un poco del champiñón. No hay que llenarlas en exceso porque sino se acaban reventando en el horno.

Se precalienta el horno a 180º y se van colocando en la bandeja del horno sobre un papel de horno, que así no se pegan. Se bate un huevo y con un pincel se pintan todas las empanadas, para que queden brillantes.

En 20/25 minutos (cada horno es diferente) estarán listas y menuda pinta!

Gastro-horrores en el blog. Nadie es perfecto

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Me gusta cocinar, me parece que es mejor comer cosas cocinadas por uno mismo y que los niños sepan de dónde vienen los alimentos y cómo se manipulan para que sepan mejor. Sin ser un crack, a la gente que prueba mis cosas, les suele gustar.
 
Pero a veces meto la pata, aunque debo ser la única bloguera que lo admite, porque hay algunos por ahí que parece que nunca han roto un plato ni se les ha quemado un cup-cake. De los gastro-horrores que no he podido poner en el blog porque son eso, un horror, tenemos un surtido.
 
La chicha de piña de Semana Santa:
La chicha de piña se hace en Ecuador como alternativa al jugo (zumo) de frutas y a los refrescos. Si se deja fermentar varios días va cogiendo un poquito de alcohol, poco, como la sidra o así. Fría está rica. Se elabora con la cáscara y el centro de la piña fresca, se añade agua y azúcar y se deja macerar 3 o 4 días (si se deja más sube el contenido de alcohol), se cuela, se enfría y ya está. Se le puede añadir clavo o canela, al gusto.

Fácil ¿verdad? Pues estaba asquerosa, porque las piñas en Ecuador son fresquitas y ricas y en España son importadas y llevan una capa fina de cera que a simple vista, si le das un agua, piensas que ya está y resulta que no. La chicha sabía entre anticongelante de motor y cirio de paso sevillano. A la basura con ella.
 
La tarta del averno
Ya he dejado dicho por ahí que la repostería no es lo mío. Ni la química. Ni las matemáticas. Todo lo que sea medir exactamente sin poder salirse ni un poquito del guión, me sale fatal. Hago el bizcocho del yogurt básico. A veces le meto variaciones, por ejemplo un plátano muy maduro machacado y le quito un huevo para que no quede demasiado líquida la masa. O le añado unas nueces troceadas. O chocolate.
 
Pero con lo que tengo que tener cuidado es con el horno, que como se le fundió la bombilla y no sé cómo se cambia, lo tengo a oscuras. Y claro, lo de no ver, es lo que tiene...
 
 
 
Los chipirones rellenos de la familia Adams:
Vaya por delante que no era la primera vez que hacía chipirones rellenos. Y que otras veces no me habían salido mal. De verdad. Pero quise innovar haciéndole un relleno nuevo que había visto por internet, con pan, en vez del tradicional con jamón . Y vaya si la fastidié.
El relleno llevaba pan remojado, las patitas de los chipirones, cebolla y huevo duro. Era soso no, lo siguiente, no sabía a nada. Para colmo, el pan remojado se salía todo del chipirón y la salsa acabó siendo una masa grisácea, como un engrudo espeso. Menuda pena de chipirones, con lo que cuesta limpiarlos y lo que me había esmerado en las fotos de todos los pasos. Un desastre.
 
La jalea de vino decente
Las jaleas son preparaciones a base de zumos de fruta con pectina para que espesen y filtradas para que queden transparentes. Son muy elegantes, quedan como una gelatina natural, se pueden servir acompañando quesos y cortes de carne fría o embutidos. Esta receta me la dieron el La Cocina del Shock, el laboratorio culinario del espacio autogestionado EKO de Carabanchel en un taller matinal genial. La hicimos allí mismo, comandados por B. y salió perfecta, se hervían unas manzanas en un par de litros de vino decente con azúcar, se le añaden las semillas y las pieles que es donde se concentra la pectina de la manzana y en una muselina se ponen unas especias al gusto (clavo, pimienta de olor o de Jamaica, etc.). Después se filtra todo y aunque queda líquida, cuando se enfría se solidifica. La que hicimos allí quedó genial, nos dieron a cada uno un bote y al llegar a casa ya se había solidificado y me la comí con pan y queso. Buenísima.

Así que esa misma semana me puse a hacerla yo sola. Con un vino decente, que me habían insistido mucho en ese punto, que la materia prima fuera buena.
Aparentemente había quedado bien, pero después de esterilizar los frascos y dejar reposar, me di cuenta que no había solidificado. Una pena con el trabajo que me dio... así que me dispuse a hacerla otra vez.
 
Compra otra vez vino decente, manzanas, etc. pero en vano, la segunda vez quedó igual de líquida que la primera.
Mala, mala no está, porque es vino con azúcar y especias y eso malo no puede estar, pero claro entre que sea una gelatina y que sea un jarabe, hay un mundo. La utilizaré en otra cosa, pero...¿en qué? ¡Eso me pasa por juntarme con decentes!
 

Curry de garbanzos y coliflor

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El curry es el nombre con el que se conoce en Occidente un guiso oriental, de la India y del sudeste asiático pero también de otras zonas no asiáticas como Trinidad y Sudáfrica. Se acompaña de arroz, y se emplea en su elaboración una mezcla de especias, picantes o no. Los curries pueden ser húmedos o secos, según la cantidad de líquido que lleven y que puede ser yogurt o caldo o leche de coco como en este caso. Se extendieron por Europa de la mano de los ingleses y los holandeses y los hay tanto de carne (de pollo, de cordero, etc.) como vegetarianos.
Como mañana es lunes, aprovecho para meter una receta más de los lunes sin carne, que aunque parezca poco, un sólo día a la semana rebaja un 15% tanto la probabilidad de padecer enfermedades coronarias como el consumo desaforado de agua y pastos que requiere la industria cárnica. Ya esto lo conté en otra entrada de cocina vegetariana, la de setas al ajillo, pero lo repito para el que se lo haya perdido.
 
Ingredientes (para 4)
200 gr. de garbanzos puestos a remojo la noche anterior
300 gr. de coliflor
300 gr. de calabaza
1 cebolla picada
2 dientes de ajo sin germen
2 cucharadas de perejil
1 lata de leche de coco de 400 gr.
1 cucharada escasa de curry
1/2 taza de pasas en remojo
 
 
El día anterior ponemos a remojo los garbanzos, pero si se nos olvida podemos siempre comprar un bote de garbanzos ya cocidos de 400 gr. y darles un enjuague para quitarles el sabor a bote. Es mejor y más sano comprarlos secos y rehidratarlos, pero a veces hay que tener un plan B.
 
Si los tenemos secos y rehidratados se meten en una cazuela con mucha agua y se hierven hasta que estén tiernos, una hora y media aproximadamente a fuego medio-vivo.
 
Ahora cortamos todas las verduras, la cebolla la picamos, la calabaza la hacemos cubitos regulares, la coliflor la partimos en "flores", y el ajo y el perejil pequeñitos. También ponemos a remojar en agua las pasas para que se vayan hidratando.
 
Se pone una sartén a fuego suave con un chorrito de aceite de oliva y se echa la cebolla hasta que empiece a estar transparente. se añade la calabaza y se le da unas vueltas para que se vaya pochando despacio.
Mientras tanto, se hacen las "flores" de coliflor al vapor, yo tengo una rejilla que se mete en cualquier cazuela y con un par de dedos de agua en el fondo se hace toda la verdura al vapor y no pierde tantas vitaminas como si se hierve en agua, pero si no tienes este u otro tipo de cacharro para hacer al vapor, se hierve en una cazuela y ya está, eso sí no hay que pasarse con la cocción, hay que dejarlas "al dente" ya que luego si no se pone demasiado blanda.
 
Ahora se añade a la sartén el ajo y el perejil. Se le da unas vueltas y que se integren los sabores.
A los cinco minutos, se añaden los garbanzos ya cocidos y escurridos de su caldo y la coliflor. Siempre a fuego suave para que se vayan haciendo las verduras.
Ahora se añaden las pasas (sin el agua) y  la cucharada de curry. Si no tuvierais curry ya preparado se podría echar un pellizco de las siguientes especias: comino, semillas de cilantro, cardamomo -una chispa que sino todo sabe a cardamomo-, canela, clavo, pimienta, algún tipo de ají seco o guindilla si gusta, jengibre...pero yo tengo varios curries ya preparados (curry verde y rojo en pasta y amarillo en polvo) y le dan otro toque a los platos de verduras.
 
Se le da unas vueltas para que se mezcle bien todo y cuando ya todas las verduras están listas se añade la lata de leche de coco. Mucho ojo al comprar leche de coco, no confundir con el agua de coco que es un refresco para beber y tampoco con la crema de coco que lleva azúcar y es más para repostería o coctelería. Lo que se necesita es leche de coco, pero también hay que revisar bien porque no todas son iguales, las hay naturales que sólo llevan un 90% de extracto de coco y agua y las hay que la lista de ingredientes parece la fórmula de un champú de la cantidad de cosas raras que llevan... así que ojo a la etiqueta.
 
Se deja que reduzca un poco a fuego suave sin que llegue a hervir para que no se corte y se rectifica de sal. Listo. Se puede acompañar de arroz blanco y al día siguiente también está bueno.
 

Crema de lechuga y aguacate

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Después de varios días de excesos ha llegado el momento depuración. Esta crema de lechuga, puerro y aguacate está llena de antioxidantes y vitaminas. Para controlarnos un poquito tanto en grasas como en dinero porque se hace con el sobrante de otras preparaciones, barato-barato.
Me vendieron una lechuga muy grande y tenía las hojas exteriores demasiado verdes para ensalada, así que las hice crema, junto con lo verde de unos puerros que le dan buen sabor.

Ingredientes (para 4)
Hojas de lechuga (como 1/2 lechuga)
1 puerro y la parte verde de dos o más puerros
1 aguacate
1 l. de caldo de verduras (enriquecido con lo verde del puerro)
1 cucharada sopera de mantequilla
Sal al gusto
Cilantro para decorar
Jugo de lima

Lo primero es lavar bien las hojas de lechuga y el puerro. La lechuga es la única verdura a la cual la industria alimentaria no ha podido meter mano, excepto las bolsas de lechugas cortadas no hay otras preparaciones (que yo sepa) con lechuga: ni lechuga en lata, ni congelada, ni mermelada de lechuga ni nada. ¡No se deja manipular!
Con la parte verde de los puerros hacemos un caldo o si tenemos ya un caldo, lo añadimos para que le dé más sabor. Y lo reservamos.

Mientras cortamos la parte blanca del puerro y la lechuga en trozos iguales, se pone una cazuela a fuego bajo con una cucharada de mantequilla y cuando se funda, echamos los puerros y la lechuga y le damos unas vueltas para que se rehogue bien.
 
Añadimos caldo hasta justo que cubra la lechuga, no más que suelta mucho líquido, y lo dejamos hervir despacio.


Cuando se ve que la verdura ya está cocida (una media hora aproximadamente), le pasamos una batidora de mano y lo trituramos bien.
En un plato hondo o en un bol ponemos la crema, añadimos unas rodajas de aguacate, unas hojas de cilantro fresco y un chorrito de lima exprimida justo encima del aguacate. Es una crema sana y ligera, se puede tomar caliente o enfriar y tomarla fría.


Chiles en nogada

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Los chiles en nogada son típicos de México, parece ser que las monjas de un convento los idearon para agasajar al prócer que firmó la independencia y le pusieron los colores de la bandera, verde de los chiles, blanco de la salsa de nuez (a partir de ahora la nogada) y rojo de la granada que lo decora.
 
Los chiles en nogada se hacen con chile poblano que es un tipo de chile verde grande originario de Puebla. Es más triangular y oscuro que el pimiento verde italiano de aquí, no es lo mismo, pero si no queda otra se puede sustituir. En seco se llama chile ancho y cambia totalmente de sabor. Aquí en España se encuentra chile poblano en latas de 800 gr. de diferentes marcas mexicanas,  en México con sabor que es una tienda online, los tienen, incluso en temporada veo que los hay frescos (ahora están agotados) pero como yo tenía varios pimientos verdes del mini huerto, esos son los que he usado.
También aviso que la receta original lleva muchas más frutas en el relleno, orejones, ciruelas, manzana, peras etc. pero yo hice el picadillo solo con pasas y carne, a quien le guste más dulce que le meta más fruta al relleno.
En México son una receta estacional que se come en julio, agosto y septiembre (que es el mes patrio, mes de la independencia) porque es cuando se recolectan las nueces. Aquí, el problema no son las nueces (que las podemos encontrar todo el año, más nuevas o más viejas, pero todo el año), sino la granada que es una fruta de otoño, así que los hacemos ahora y ya está.
 
Ingredientes (8 pimientos)
8 pimientos
250 gr de carne picada mezcla de vaca y cerdo (sobró un poco, hice empanadillas)
200 gr. de queso blanco fresco estilo latino
1 taza de nata líquida (crema líquida)
1 taza de nueces peladas
1 granada
2 huevos
1 y 1/2 cebolla picada
1/2 taza de pasas
50 gr. de mantequilla
Aceite de oliva suficiente para freír (luego se reutiliza la mayor parte)
2 dientes de ajo sin germen picaditos
1/2 cucharadita de pimentón
1/2 cucharadita de orégano
1 guindilla (o más, al gusto)
1 chorrito de coñac (50 ml.?)
1 cucharada de ajonjolí
 
Lo primero que se hace es poner las pasas a remojo para que se vayan ablandando. Después hervimos las nueces peladas un par de minutos, para quitarles esa piel finita color café que tienen y que si no se ablanda es imposible de quitar. Cuando se pueda, se pelan, este punto da mucho trabajo, menos mal que es sólo una taza de nueces.
Pelamos y picamos la cebolla y el ajo. En una sartén ponemos la mantequilla y una cucharada de aceite de oliva y pochamos a fuego suave la cebolla. Se añade la carne picada y se deja cocinar hasta que deja de estar rosada, moviéndola para que no se pegue. Añadimos el ajo, las pasas, el orégano y la guindilla desmenuzada. Después el tomate frito y removemos bien, que se sigua cocinando. Se sala.
 
Ahora si tenemos una cocina de gas con llama vamos quemando la piel de los pimientos para luego pelarlos. Como yo no tengo llama, lo que hice fue tostarlos en una sartén sin nada de aceite, dándoles la vuelta constantemente, pero para la próxima vez lo que voy a hacer es ponerlos en el horno con la puerta abierta y encender sólo el grill, para ir dándoles la vuelta y que se tuesten parejo. De cualquiera de las tres formas, lo importante es que estén tostados por todos los lados para poderlos poner "a sudar" en una bolsa de plástico durante 10 minutos y que se pelen con facilidad.
Una vez pelados, se abren con cuidado, de arriba a abajo y se les saca todas las semillas, pero no se les quita el rabito.
Se rellenan con el picadillo y se vuelven a cerrar. Para que no se abran se les pone un palillo que después de fritos se les retirará. Se pasan por un plato con harina y se reservan.
Ahora se separan las claras de las yemas de los dos huevos y se baten en un bol frío con una pizca de sal a punto de nieve. Cuando ya las claras están altas se añaden las yemas (batidas aparte para que no se bajen las claras) y se mezclan con un movimiento suave. Se pone una sartén pequeña con bastante aceite a fuego fuerte para freírlos.

Según se van rebozando se van friendo de uno en uno, porque son delicados y porque no se baje la temperatura del aceite. Se reservan en una fuente.
 
Ahora mezclamos el coñac, la nata, el queso y las nueces peladas y lo trituramos bien con un batidora. Cometí el error de echar un poco de leche a la salsa, porque pensé que la nogada me había quedado muy espesa, pero en realidad es una salsa espesa y así estaba bien. No le echéis leche, yo aviso para que no os pase lo mismo. Pero de sabor estaba genial.
 
Y ahora ya sólo queda emplatar, primero los chiles, luego la nogada y por encima se espolvorean unos granos de granada y queda muy bonito.



Canelones de puerro y morcilla

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Después de haber hecho las sorpresas de calabacín, me quedó la curiosidad de si podría utilizar otras verduras para envolver alimentos, para que quien no coma muchas verduras, las tome casi sin darse cuenta. Estos rollitos los hice con puerros, porque mi frutero tiene la costumbre de doblar los puerros para que entren en la bolsa de plástico y se rompen siempre, y así fue cómo me di cuenta que podría partirlos a lo largo para hacer un "canelón" vegetal.
 
Ingredientes
5 Hojas grandes de puerro
1 Morcilla deshecha
1/2 cebolla picada
30 gr. piñones
1 pimiento rojo asado
1 cucharada de mantequilla en trocitos pequeños
2 o 3 cucharadas de queso parmesano en polvo
 
 
Lo primero que se hace es una incisión longitudinal, se separan las hojas más grandes y se lavan bien bajo el chorro de agua fría. Se desechan las partes más verdes y se escaldan. En un cazo con agua fría y sal, que se lleva a hervor, se meten los puerros durante un par de minutos, hasta que pierdan la rigidez y estén un poco blandos y manejables. Se dejan enfriar y se reservan.
Ahora picamos media cebolla y la pochamos en un hilo de aceite a fuego lento. Cuando se pone transparente añadimos la morcilla y el pimiento rojo y le damos con el canto de una cuchara de madera hasta que la sangre de la morcilla cambie de color, no hay que hacerlo en exceso ya que luego en el horno terminará de cocinarse. Al final añadimos los piñones y le damos una vuelta a todo junto. Esto ya lo conté en la entrada de morcilla con piñones y pimiento rojo con más detalle. Se reserva.
 
Cuando tanto los puerros como la morcilla estén más templados, para no quemarnos, cortamos los puerros a lo ancho, del mismo tamaño y los vamos rellenando de la mezcla de la morcilla uno a uno. Los colocamos en una fuente que aguante horno.
 
Ahora que ya tenemos todos nuestros canelones de puerro montados, le echamos salsa de tomate por encima (lo que se llama napar) y lo llevamos al horno suave, unos 130º durante 20 minutos aproximadamente para que se termine de ablandar el puerro. Una vez que el puerro está listo, lo sacamos del horno, lo cubrimos de queso en polvo y unos trocitos de mantequilla y lo gratinamos.
Ya están listos, quedan bastante ricos, como siempre se puede variar el relleno, pero que sea algo contundente porque el puerro es más bien soso y si no, no va a saber a nada.
 



Repe Lojano

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Esta receta es típica de la provincia de Loja, al sur de Ecuador. Como en toda receta popular, hay varias versiones alternativas, con arvejas (guisantes), con patatas etc. pero el que yo hago es el sencillo. Esta receta se hace con guineo verde (que es lo que en España se llama plátano, pero que en realidad no lo son, son bananos), pero tiene que estar verde-verde porque sino sabe demasiado dulce y demasiado a plátano. Aquí es difícil encontrar los guineos verdes, pero el otro día de casualidad, el frutero había puesto una mano de guineos verdes colgada en el puesto y los vi. Los tenía ahí colgados justamente para que se maduraran y seguro que todavía está preguntándose para qué querría yo esos plátanos tan verdes.
Si alguien no encuentra guineos tan verdes, se podría usar plátano macho, pero no es lo mismo y habría que ajustar las cantidades porque son mucho más grandes.
 
Ingredientes (para 4)
3 guineos verdes
2 puerros
1/2 cebolla
100 gr. de queso fresco tipo latino
50 gr. de mantequilla
1 bote pequeño de nata líquida (crema de leche)
1 aguacate
Cilantro para decorar
Sal y pimienta

Lo primero es lavar y cortar los puerros y la cebolla y picarlo todo. En una cazuela se pone la mantequilla a fuego suave y se echan tanto el puerro como la cebolla. Se deja pochar suave hasta que está transparente. Ahora se añade un litro de agua y se deja que hierva tranquilamente a fuego medio unos quince minutos. Mientras, se pelan y se rallan los guineos.
 
 
Se echan los guineos rallados sobre el caldo, que ha de estar hirviendo y se baja el fuego. Se remueve y se deja que hiervan una media hora aproximadamente hasta que los plátanos estén suaves.

Hay que removerlo de vez en cuando. Cuando el guineo está listo, se añade el queso desmenuzado y una pizca de sal y pimienta.
 
Una vez que el queso se deshace un poco, añadimos la nata. Si no tuviéramos nata, se podría sustituir por leche entera, pero entonces habría que haber puesto un poco menos de agua para hervir los guineos, para que no quede demasiado aguado. Una vez que se echa la nata, hay que tener cuidado que no hierva y que no se pegue al fondo. Se rectifica de sal y listo.
 
Para servir, se decora con unas rodajas de aguacate, unas hojas de cilantro y un chorrito de nata.
 

Dulce de membrillo

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En otoño llegan los membrillos y ya estamos casi en invierno y aún no había hecho dulce de membrillo y es que este otoño he estado superliada.
 
Claro, no tiene tiempo para cocinar, pensaréis...qué va justamente cocinar es lo que más he hecho, lo que no he tenido tiempo es de sentarme y escribir o de hacer fotos mientras cocino. Porque lo de hacer fotos mientras se cocina es, cuando menos, un pringue: lávate las manos, haz una foto, sigue enharinando el pescado, vuelve a lavarte las manos para hacer otra foto, cuidado con el aceite que salpica... Muchos blogs se hacen a dos manos y mientras uno cocina, el otro fotografía, pero como ese no es mi caso, que yo me lo guiso y yo me lo como (jejeje, no he podido evitarlo), estoy deseando hacer un curso de fotografía culinaria como el de Tarjeta de Embarque, pero cuando tengo tiempo me viene mal el dinero y cuando tengo la pasta lo que no tengo es tiempo, un sinvivir vaya!
 
Total que compré estos membrillos (1,99€ el kilo y el dulce de membrillo bueno a casi 15€) y me puse a hacerlos como el año pasado. El año pasado hice otra receta, pelé y despepité los membrillo y cuando se ablandaron les pasé la batidora. Este año no los he pelado sino que pensé que después de todo la pectina, que es lo que espesa el dulce de membrillo, está en las semillas y en la piel, así que los cocí en trocitos tal cual, con su piel y sus semillas y pensé en pasarlos por el pasapuré cuando estuvieran tiernos y así les quitaba la piel y las semillas de una.

Como idea no está mal, pero al ser un puré tan denso no pasaba bien por el pasapuré y había que hacer mucha fuerza, así que os animo a que los peléis y si acaso, en una muselina (un trozo de tela de algodón con la trama muy fina que sólo uséis para cocina) echéis todas las semillas y las pieles y la coloquéis echa un atadillo en la cazuela para que suelten la pectina. O sino, directamente tiráis la piel y las semillas y ya está. Es una idea para que no os salgan rozaduras en las manos como me pasó a mí con el pasapurés, pero vamos, que yo lo pude hacer y no soy la mujer forzuda.

Ingredientes
4 membrillos maduros
1 limón en zumo
del 50 al 80% del peso de los membrillos en azúcar


Se cortan los membrillos y se pesan para ver cuanto azúcar se necesita. Se van alternando capas de membrillo y capas de azúcar.

Se le pone un film y se deja que repose, de seis a doce horas, yo los dejé toda la noche, para que suelte su propio jugo el membrillo y así no tengamos que añadir nada de agua.
 
Pasado ese tiempo, hay muchísimo jugo y ponemos a hervir el membrillo con su jugo en una cazuela, primero a fuego alto hasta que empiece el hervor y luego lo podemos bajar a un fuego más suave hasta que pinchemos y esté blando, con cuidado de no pasarse porque sino se endurece.
 

Una vez que lo hemos triturado con la batidora (o con el pasapurés para quitarle las semillas, como fue mi caso), se mete en unos moldes o tarros o tuppers y a la nevera donde durará varias semanas o meses incluso, si es que no cae antes.

 

Bizcocho de harina de plátano

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Como no soy un experta repostera, me he aprendido el bizcocho del yogurt y lo tuneo a mi gusto. Este bizcocho ha estado pasando de mano en mano durante años. Es el primero (y último en mi caso) que aprenden a hacer las cocineras novatas. Es muy sencillo, se vacía un yogurt y se usa el vasito del yogurt para las demás medidas, así no hay jaleo con los gramos, las onzas o las tazas. Yo ya he alcanzado tal grado de sofisticación que las variaciones que hago siempre me salen bien ¿que hay que echar tres huevos y solo tengo dos? No importa, se echa medio vasito de leche y se compensa la humedad de la falta de un huevo, ¿tengo una pera supermadura? para dentro con ella y se ajusta la humedad quitándole un poco del aceite, por ejemplo. ¿Frutos secos en la alacena? También para dentro...y así cada semana hay un bizcocho distinto: unas veces de coco rallado, otras de nuez, de limón, de esencia de vainilla, etc.
 
Y esta vez, rizando el rizo he cambiado la harina de trigo por harina de plátano, que en Ecuador es un clásico para hacer colada. Las coladas (atoles en México) son como batidos o papillas claritas que se beben, se hacen con diferentes harinas y leche y se aromatizan con azúcar, panela, canela, vainilla o lo que se te ocurra. A los niños les gustan mucho y son muy nutritivas, pero a mi no me emocionan y como tenía una harina de plátano "Mimesa" pensé en el bizcocho. Ya otra vez cambié parte de la harina de trigo por harina de plátano pero esta vez la he sustituido toda, para que fuera un bizcocho apto para celiacos, ya que la harina de plátano no tiene gluten, pero vamos, que esto lo he visto por internet y no he hecho estudios químicos  que respalden este comentario, que si eres celiaco mejor infórmate con tu médico o con la asociación de celiacos, para hacerlo bajo tu responsabilidad, no vaya a ser que la liemos.
 
 
Ingredientes
1 vasito de yogurt
3 vasitos de harina de plátano Mimesa
3 huevos
2 vasitos de azúcar (yo uso morena, pero puede ser blanca refinada)
1 vasito de aceite
1 sobre de levadura seca
mantequilla o aceite para engrasar el molde
 
Precalentamos el horno a 180º arriba y abajo mientras hacemos la mezcla.
 
Lo primero es vaciar el vasito de yogurt en un bol para tener la medida de los demás ingredientes. Le añadimos los huevos batidos. Mezclamos todo bien.
 
Colocamos un colador sobre otro bol y cernimos las tres medidas de harina de plátano junto con la levadura y las dos medidas de azúcar.
 
Mezclamos bien, juntamos las dos mezclas y añadimos el aceite.
 
Dejamos reposar mientras engrasamos un molde rectangular de 25 cm. de largo.
 
Cuando ya el horno esté caliente, metemos el molde centrado.
 
No abrimos la puerta hasta que suba bien (unos quince minutos), ahora preparamos una "tapa" con papel de aluminio para que no se queme la corteza. Abrimos y cerramos la puerta muy muy rápido para que no baje la temperatura del horno y lo dejamos otros 15 minutos. Para saber si está hay que meter un cuchillo muy fino o un pincho y si la punta no sale manchada es que ya se ha secado por dentro y podemos sacarlo. Viene a tardar unos 30/40 minutos pero hay que estar atento porque cada horno es diferente y lo que en el mío tarda eso, en otro puede tardar más o menos.
 
Cuando lo sacamos, lo desmoldamos, pasándole un cuchillo fino por los bordes, se le pone un trapo limpio y se da la vuelta, golpeando con los nudillos la base para que se desprenda. lo colocamos sobre una rejilla y se deja enfriar. Listo. He leído que la harina de plátano al ser más húmeda hace que los bizcochos se sequen menos y por lo tanto duren más días frescos pero no sabría decirlo porque en mi casa bizcocho que hago, bizcocho que cae en las primeras 24 horas así que ya me contará alguien si duran 3/4 días como dicen.
 
 
 
 
 
 

Hamburguesas vegetarianas de lentejas y garbanzos

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Que no porque sea casi fin de año vamos a perder la costumbre de los lunes sin carne, que además en estas fechas en las que aunque no quieras, te pasas un pelín con los turrones y los corderos, es bueno para mantener los niveles de grasaza a raya.

 
En realidad estas hamburguesas las he hecho porque me había sobrado medio bote de garbanzos cocidos, que no es que yo sea asidua pero me hicieron falta el otro día y no los tenía en remojo. Cómodos para un olvido sí son, pero no por costumbre, que todo lo que se pueda hacer en casa es más sano y más barato. Ojo, lo que se puede hacer, que los panecillos no sé cómo (por ahora, eh?)
 
Ingredientes (salen 6/8 hamburguesas)
1/2 tarro de garbanzos cocidos (200 gr. aprox.)
150 gr. de lentejas puestas en remojo y cocidas en abundante agua
1 tacita de polenta instantánea
1 huevo batido
1 pizca de perejil
1 ajo sin germen picado
aceite para freír
Un panecillo de hamburguesa por persona
Hojas de lechuga
Rodajas de tomate fresco
Pepinillos agridulces en láminas
Queso, una loncha por persona  (yo usé tipo latino que funde bien)
Y ya lo que se os ocurra: cebolla caramelizada, un trocito de queso azul, jalapeños en rodajas, pimientos morrones...

 Lo primero es poner a remojo las lentejas el día anterior y si los garbanzos no son de bote sino deshidratados, también. Al día siguiente se cuecen por separado, las lentejas con agua fría y que hiervan una media hora hasta que se prueban y están. Los garbanzos se tiene que echar en agua hirviendo abundante sin sal, igual, hasta que estén, que es más tiempo, una hora y media o dos horas, más o menos.
 
Una vez tenemos ambas legumbres blandas, se cuelan y pasan o bien por el pasapuré o bien por la batidora o cualquier otra procesadora de alimentos. De tal manera que quede un puré espeso.

 
Este puré se espesa un poco más con una tacita de polenta instantánea que previamente hemos cocido. En el paquete están las instrucciones pero es muy fácil, se hierve agua con sal y se echa la polenta en forma de lluvia, se remueve sin parar a fuego suave hasta que la consistencia sea espesa, creo que en el paquete pone un minuto. Precalentamos el horno a 90º.
  

Una vez tenemos la consistencia adecuada, salamos la mezcla, le añadimos un huevo batido, un ajo picado muy pequeño, un poco de perejil (fresco o seco) y lo mezclamos todo bien. Con esta mezcla se hacen bolas que se aplastan para conseguir las hamburguesas. Se fríen en una sartén con aceite bien caliente, se les da la vuelta con cuidado y se van reservando en la placa del horno.
 
Como ya estará el horno caliente, mientras se tuestan los panecillos, se terminan de hacer por dentro las hamburguesas.
Ahora se aprovecha para hacer los acompañamientos, lavar y picar lechuga, partir tomates, hacer láminas de pepinillos, de queso....

Y cuando los panecillos ya están tostados se monta la hamburguesa o se saca todo a la mesa y que se la monte cada uno como más le guste.
 


 

Viaje a Cádiz

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Como las vacaciones escolares de Navidad son tan largas, da tiempo a dar una vuelta y airearse un poco. Sobre todo porque en Madrid el cielo estaba cubierto y había temperaturas invernales y en Cádiz (nuestra California particular) hacía un tiempo estupendo, cielos azules, chaquetas que sobraban...a mí me parecía estar en la gloria.
 
A quien no conozca Cádiz capital les recomiendo que vayan sin falta, de escapada de fin de semana si pilla cerca o de puente si están lejos. Desde que viví unos meses en Cádiz capital a principios de los ochenta hasta ahora, han remodelado la ciudad, dejándola limpia y bonita. Ya era bonita entonces, pero tenía un aire un poco decadente, que el salitre estropea todo pero ahora es que salta a la vista de lo cuidado y rehabilitado que está.
De vacaciones a mí todo parece mejor, pero es una ciudad tranquila, de un tamaño manejable, con un centro peatonal o casi peatonal. Y con una luz brillante y el mar que aparece al final de cada callejuela inundándolo todo con su olor.
 
De comer, pues muy bien. A base de tapas, raciones o medias raciones, que así probábamos más cosas: porra antequerana, chicharrones, erizos frescos, tagarninas, caracoles, berza gaditana, jamón de Jabugo, chacinas, turrón de Cádiz... todo de la tierra, tradicional y buenísimo. Hay varios platos de cocina típica gaditana con los que me he quedado con la receta para hacerlos más adelante.
 
 
Los sitios para tapear son infinitos: Casa Manteca en el barrio de la Viña, Cumbres Mayores en la Plaza de la Mina, El Balandro en La Alameda Apodaca, y cualquiera que tenga gente y se vea con movimiento. 
Y el mercado municipal que también lo han remodelado, haciendo un mixto entre mercado turístico (tipo Mercado de San Miguel de Madrid) y mercado tradicional. Hay un cuadrado interior que es mercado tradicional, con sus verdulerías y pescaderías (¡qué buena calidad y qué precios, una envidia!) y otro rectángulo exterior donde aparte de tiendas especializadas por ejemplo en quesos y jamones, productos de la sierra, ultramarinos, etc....hay otros locales que además sirven raciones y vino o bebidas, con lo que la gente se acerca a tomar allí el aperitivo, a hacer la compra y a lo que se tercie.
 
Después de estar varios días en la capital nos fuimos a recorrer la provincia, que quería hacer de guía y enseñársela a mis acompañantes: San Fernando, El Puerto de Santa María, Vejer de la Frontera, Tarifa, Algeciras, Alcalá de los Gazules, el parque natural de Los Alcornocales, Jimena de la Frontera, Castellar, Gibraltar... unos pueblos son más bonitos que otros pero todos tienen su encanto y si no lo tienen, lo compensan con alguna especialidad local.
Y empezar el día desayunando con molletes con tomate y aceite, que de visita se patea una barbaridad. Lo típico es con manteca (blanca, colorá, con zurrapa), pero no queríamos pasarnos tanto.
 
En Algeciras me reencontré con un sitio que conocía, Casa Castro. Ahora ha cambiado de dueños y le han lavado la cara, ojalá les vaya bien y cuando vuelva dentro de unos años siga existiendo.
A las afueras de Alcalá de los Gazules está el santuario de Nuestra Señora de Todos los Santos, que está en medio del campo y debe ser una Virgen muy milagrosa porque toda la ermita está llena de exvotos. Como no podía ser menos, justo al lado hay un chiringuito y si no eres muy de misa te puedes tomar una Cruzcampo en vez.
También por el Parque de los Alcornocales hay ventas, que están en medio del campo y en esta época hay mucha caza: jabalí, venado, conejo. Una sopita de picadillo y una carne en salsa y a seguir andando, que la vida de turista es muy sacrificada!


Chips de batata (camote)

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Las batatas son una raíz tuberosa comestible que se consume en todo el mundo, de ahí que tengan tantos nombres: camote, boniato, moniato, patata dulce, chaco... Proviene de América aunque hoy en día el principal productor es (como no) China, seguido de Uganda y Nigeria. En Ecuador se llaman camotes y hay variedades con piel y carne morada, piel rosada, morada y crema, con pulpa seca y húmeda de color anaranjado, amarillo, crema y blanca, pero en España sólo encuentro esta anaranjada normalmente. Después de unos años en los que la producción de camote en Ecuador descendió, este año ha vuelto a subir, aunque el consumo medio aún no pasa de 2 kg. por año y no entiendo porqué porque el puré de batata con mantequilla, las batatas asadas y los chips de batata son de los alimentos más deliciosos, económicos y sanos que hay, ya que ayuda a nivelar los niveles de azúcar en sangre y reduce la resistencia a la insulina, por lo que es ideal para los diabéticos.
 
Para hacer estos chips se necesita mandolina, hay varias calidades, las de metal cuestan como 100€ y duran toda la vida. Para quien no vaya a usarla tanto como para que le merezca la pena, hay unas de plástico que cuestan como 25€ y sin ser una maravilla, hacen el apaño. Si no tienes mandolina se podrían hacer a mano pero hay que tener mucho pulso y un cuchillo bien afilado.
 
 
Ingredientes
Batatas
Aceite para freír (que luego se puede reutilizar)
 
Se pelan las batatas y se cortan lo más finas posible. Se prepara una sartén con aceite, que en este caso yo usé de girasol porque tiene menos sabor, pero al gusto. Se echan de una en una cuando el aceite esté bien caliente.
 
 Se van friendo por tandas para que no se peguen unas a otras
Se sacan cuando están doradas y se escurren sobre un papel absorbente para eliminar todo el aceite posible.
 Se salan y se sirven crujientes, como aperitivo, viendo una película, de guarnición...
 
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